jueves

Los vertices de la desconfianza.

Para Edvard Munch la angustia era de ese color coagulado que derrochan los crepúsculos. Para que una puesta de sol se nos transforme en un escenario terrorífico basta que un sufrimiento indecible nos pervierta las pupilas. Porque el ojo sólo traduce lo que el corazón le apunta, ya tenía noticias de esto el ser humano antes de que la Iglesia nos boicoteara con sus dogmas. El ojo, la lámpara del cuerpo.

Hace tiempo que los crepúsculos se me andan desangrando a mí también. Hay cielos moteados que se me atragantan ya al mediodía. Cielos que se me cruzan y me hacen interferencias en mi mullida serenidad de andar por casa... hay demasiados cadáveres arruinando el paisaje para que se me ocurra pensar que el sol y su barroca despedida diaria sea algo más que un suceso anecdótico.

Me dirijo al crepúsculo con los ojos nublados en un mundo al que parece que Munch hubiera dotado con su endiablado sentido de la perspectiva. No hay belleza posible cuando la tristeza se mezcla con el polvo en suspensión que da color al horizonte.

Sólo hay angustia. La calavera desgañitándose en un grito redondo que, de momento, no me sirve de mucho para conjurar el horror. El horror, ese alquimista malencarado que ostenta el poder de transformar las bondades del ocaso en un escenario para la locura.

Hay quien cree que la serenidad tiene algo que ver con ensayar un encefalograma plano bajo un crepúsculo desangrandose, en él casi siempre conviven colores que nacieron para odiarse, pero eso a nadie parece importarle.


Alguien escribió que la felicidad exige la absoluta estupidez o el absoluto egoísmo o la absoluta maldad... Algunos/as necesitan del dolor ajeno para reforzar el bienestar propio...

Todos los males muestran su rostro obsceno y nos redondea la boca en un rictus de escandalizado asombro pero mientras el horror no nos manche con lamparones, mientras se circunscriba, por ejemplo, a una red de titulares, mientras no salpique, todo va bien el orden no ha sido alterado. Y a Bertolt Brecht que lo zurzan...

Pero es inmoral erigirse profeta
de apocalipsis lejanos



Doblemos el día y reunamos todo el egoísmo, la estupidez o la maldad necesarios para dar forma a la indiferencia como en un sprint final.
Durmamos tranquilas, aunque no tengamos sueño, que el mundo queda muy lejos, retenido, de momento, por los colores irreconciliables de un ocaso ensangrentado...

1 comentario:

  1. Quería desearte una feliz navidad y que siendo amigos en el 2009!

    Abrazos y no bajes los brazos nunca.

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Mensaje para la periferia