La Periferia
Anotaciones desde la periferia. Con la primera palabra nace el miedo y con el miedo se incendia la hojarasca del conocimiento y del olvido.
domingo
El boulevard de las idiotas
miércoles
Pensamientos solistas 2
la precariedad crea dependencia. Y la dependencia sumisión. Y la sumisión propicia la semiesclavitud y la humillación como pejae de ingreso a un "paraíso", que en verdad no existe y que se cimenta en el mileurismo, el miniempleo y la corrupción masiva...
Puta vida
domingo
Pensamientos Solistas I
Su alma mira de reojo; su espíritu ama los escondrijos, los caminos tortuosos y las puertas falsas; todo lo encubierto le atrae.
Así retrata Nietzsche la figura del resentido, ese ser que vive acompañado de sus quejas, sus heridas y sus agravios como si no pudiera o no supiera desprenderse de ellos.
El castellano antiguo no distinguió con claridad entre rencor y resentimiento.
El Panléxico, un caótico diccionario escrito por Juan de Peñalver a mediados del XIX, que se explaya al hablar de sentimientos, dice: "El rencor, que en lenguaje vulgar y poco expresivo se suele llamar inquina o tirria, es el resentimiento oculto en el corazón hasta que se presente ocasión adecuada para poder vengarse completamente del que aborrece. Resentimiento es el amargo y profundo recuerdo de una injuria particular de la que desea uno satisfacerse, pero el rencor pasa mucho más allá, pues pretende causar todo el mal posible hasta la destrucción del contrario".
Posteriormente, el resentimiento se ha ido separando del rencor.
Rencor es un vocablo con una deliciosa etimología, que pone al descubierto la dinámica afectiva. Cuando alguien sufre una ofensa, se enfurece. La ira despierta el deseo de devolver el golpe, si consigue hacerlo, se desahoga y desaparece. Pero si no puede consumar la venganza, ni olvidar ni perdonar, esa furia se queda guardada, envejece y se enrancia. Pues bien, de la palabra rancio procede rencor, que es la cuestión moral, la ira envejecida.
Estas aventuras del lenguaje me parecen maravillosas.
viernes
El discurso inverso de la tristeza
Y volví a hablar con los demonios del círculo inverso, (los muy jodidos siempre hablan al revés) y volví a caer en sus disquisiciones un tanto barrocas pero tan arrebatadoramente encantadoras.
Me dicen que la tristeza es una “cobardía moral”, y me lo sueltan así de golpe, que su origen en un goce no satisfecho, esto es, me llaman cobarde y ni rechisto...
Me dicen, despues, que no hay más ética que la del deseo, y que la depresión, en este caso, mi tristeza, no es más que una cobardía moral frente al deseo, frente a ese deseo inconsciente que me posee y me domina. Que mi tristeza, por tanto, es una renuncia , una claudicación frente al deseo, una toma de posición pasiva frente a mis conflictos, una reclusión frente a las consecuencias no controlables de mi deseo; y seguirán creyendose mis amigos…Un deseo que, en realidad, apunta a un vacío, a la nada, y que a la vez marca con su huella enigmática nuestros actos y decisiones, que inquieta, domina y nos posee, por eso nos sentimos tan llenos de malestar existencial, vital… lo dicho… y seguirán creyendo que todavía les escucho …
Me dicen, así como dejándo caer una bomba de cien megatones sobre mi tullida conciencia, me dicen: “Necesitas, necesitas estar triste… porque es tu forma de sentirte en el mundo ”, y una mierda… no lo necesito, me sobreviene como las arcadas después de haber bebido en demasía... joder.
PS
No somos sólo un organismo, somos cuerpo sometido al efecto del lenguaje….y ¡que lenguaje!