sábado

Ancas de rana... Uhm?

Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra y blanca. Y gris, y verde, y rubia, y morena... Quiéreme día, quiéreme noche... ¡ Y madrugada en la ventana abierta! Si me quieres, no me recortes: ¡ Quiéreme toda... O no me quieras!
(Dulce Maria Loynaz)



Estaba la rana sentadita en un falso pub irlandes cualquiera de una charca caulquiera, cuando de repente... ¡ostias!, el mismísimo Príncipe de las Tinieblas apareció para concelebrar el sabatino ritual de la Santa Heineken Helada con el vulgo como si de un mortal más se tratara


"¡Ehy, Príncipe! qué tal, cómo te va, los niños bien, la mujer, bien!, sigue tan gilipollas como siempre, este es del tipo de pensamientos que se queda siempre en la puntita de la lengua, sólo por hacer conversación, aunque, eso sí, con esos ojitos rojos, su paquete principesco, ¡huy perdón!, su porte, su porte principesco y su casi metro ochenta en canal, el Príncipe siempre le había puesto algo viscosilla. Toda una debilidad del pasado con ganas de recuperar memoria histórica ...


La rana era una rana algo lúbrica, un poco inmoral, además de atea, republicana y ranista (traducción de feminista en el mundo croante), cualidades estas que pueden llevar, si se maceran con cerveza y un poco de desesperación, a padecer de "confrontación y acaloramiento dialectico", no gratuito, claro esta, sólo si lo expuesto no se ajusta a derecho.
No es grave sólo un poco idiota si lo que se pretende es llevarse a alguien al huerto de los membrillos no debes, aunque puedas, llamarle cafre, neoliberal y monárquico de mierda y... pretender practicar sexo con él...


  • Anda, anda Principito de mis entretelas, no te hagas el ofendido, no querrás darme un beso, aunque sea sin lengua.
  • Ranita, ranita, eres la leche... ¡ya lo dice mi mujer!, murmura el principe desarrugando el ceño.

Pues sí. Menos mal que la monarquía de barrio siempre confunde el culo con las témporas y no parece tener reparos en traicionar su linaje.


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