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Hagamos como que el espejo se vuelve tenue como la gasa, y que podemos atravesarlo. ¡... se está convirtiendo en niebla! Será bastante fácil pasar...
Lewis Carroll: Alicia a través del espejo.

La realidad mediada por “el interfaz del deseo” cuenta cada vez más con dispositivos orientados a reproducir la complejidad de lo sensible, reproducir de maneras cada vez más exactas el sonido de la respiración ajena, el tacto de una piel lejana, los olores de otros cuerpos. Ese interfaz no es la afirmación cerrada es, más bien, la pregunta y el anuncio de posibilidades, es un "más allá a través del espejo", un trazado de una identidad que especula.

Cruzando a través del deseo podemos construir identidad e incluso género, podemos crear de manera artificial un cuerpo y una personalidad a la carta, sujetos poshumanos, podemos hacerlo mediante injertos, intercambios de caras, brazos, torsos, piernas ... hechos de aire, cristal, tierra ... la posibilidad de elegir sexo, sexualidad, personalidad e interactuar con otros, sobrepasa la apariencia lúdica del deseo y cuestiona un futuro (no de ciencia ficción) de cuerpos de usar y tirar.

"Al otro lado" del deseo existe una zona donde todos "los canales y sentidos se enredan en la impura promiscuidad de todo lo que toca, rodea y penetra sin resistencia". Zona en la que ya no tenemos un cuerpo sexuado para escondernos, sino un espacio versátil con el que actuar; donde el condicionamiento que la edad, la raza o el sexo queda demolido sistemáticamente en su estructura material. La huida de las apariencias, en las imágenes oscilantes, supone la huida de los cuerpos y de lo material, un viaje a otros espacios, a otros individuos, en este contexto el deseo como el espejo de Alicia sugiere, en cierta manera, "algún tipo de espacio real más allá de la ilusión, algún lugar que no puedes ver pero que sabes que existe" .

"Cruzando" el deseo cedemos ante el "ser" múltiple, pero recordemos que "lo múltiple no sólo es lo que tiene muchas partes sino lo que está plegado de muchas maneras". Los representantes del mundo son esos pequeños pliegues en todos los sentidos, pliegues en pliegues, sobre pliegues, según pliegues. El deseo tendría entonces algo de esos rostros vacíos que son a la vez cualquier rostro posible, esos rostros de las edades fronterizas que oscilan entre la inexpresividad del rostro inmaduro y la vocación de ser todos los rostros. Tensión de virtualidad, no ser nadie y ser cualquiera.

1 comentario:

  1. Anónimo4:54

    cuán aplicable a la desinhibición en internet, de la que me confieso víctima

    bs

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Mensaje para la periferia