domingo

El mundo es jodidamente cuadrado, pesa y corta...


Sé lo que siento y lo que es más jodido, por qué lo siento y cuándo lo siento... igual que sé qué la Tierra dejó de ser redonda hace ya mucho tiempo, desde que se le ocurrió irrumpir en mi espacio, ahora la Tierra tiene planos, vértices y aristas y sé que responde a las mismas leyes geométricas que cualquier adoquín. El mundo es pues jodidamente cuadrado, pesa y corta.
 Y no se le ocurrió otra cosa que instalarse sobre la mesilla de noche al lado de mi cama ... y por eso coje polvo, se instaló en ese rinconcito integrado por lagrimas con mocos, genitalidad traviesa y lobotomias indoloras y, por supuesto, grandes dosis de “corazón partio” y moñerias parecidas. Todo junto y revuelto en una especie de álef o aleph (primera letra del alefato, alefato serie de consonantes hebreas) catódico (Del gr. κάθοδος, camino descendente) donde el susurro y la certeza están desprestigiados. Evidentemente con tales compañias dormir es toda una proeza. ¡Oh cariño! ¿vislumbras el símil?.

Constante ejercicio de insatisfacción y, cuando se dice basta, convencidos de decirlo con razón, el sufrimiento es tan grande, ha crecido tanto, que se llora hasta el desierto y de pronto, sacando fuerzas sin saber de dónde, chirrían los dientes y se tira para delante. Para delante, sin mirar lo que hay detrás ni prever dónde se hallará otro refugio, otro sentido que se superponga al perdido.
 PS
Siento la punta de los pies fria, o debería decir, las puntas de los pies frías. ¡Qué cruz, otra vez la tirania del lenguaje expositivo de los cuadernillos rubio!. A la mierda, soy el frio de la punta fría de mis pies frios... entre frios anda la cuestión

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